La Semana Santa gaditana está llena de detalles e historias, en muchas ocasiones, desconocidas para los propios gaditanos. Por esta razón y porque nos encanta investigar sobre anécdotas relacionadas con nuestra historia, hemos pensado hacer este post sobre tres curiosidades relacionadas con estas fechas.
La primera sea quizá sea la menos conocida y está relacionada con un paso de Semana Santa, en concreto, de la Cofradía de la Vera-Cruz donde se encuentra tallado un Menippe Mercenaria (conocido en nuestra ciudad como: cangrejo moro). Este espécimen tan gaditano está oculto entre la orfebrería de la parte trasera del palio de la Virgen de la Soledad debajo de uno de los candelabros. Es una talla relativamente reciente y hay que poner a prueba nuestra agudeza visual para encontrarla.
Para la siguiente historia tenemos que remontarnos unos siglos atrás, concretamente al siglo XVII. En el año 1625 Cádiz sufría el ataque por parte de Sir Edward Cecil y el Conde de Essex, que tenía como objetivo capturar barcos de la flota de Indias provenientes de América. En 1678 una epidemia de peste se desató en la Bahía de Cádiz y, aunque en otras ocasiones se había acudido a la Virgen de la Candelaria y a la del Rosario, patrona de la ciudad, esta vez el pueblo de Cádiz, fruto de la desesperación, pidió ayuda a la imagen de Jesús Nazareno, actualmente ubicada en la Iglesia de Santa María. En 1681, ante el asombro de los gaditanos cesó la epidemia. Cuatro siglos después, algunos todavía se preguntan: ¿casualidad o milagro?
La tercera curiosidad se desarrolla en un contexto que nos es muy familiar: el siglo XVIII. En esta época, Cádiz vivió su siglo de oro gracias al traslado de la Casa de Contratación de Indias desde Sevilla, razón por la cual los comerciantes españoles y extranjeros se establecen en la ciudad y son sus casas las que hacen que Cádiz se salpique de Torres Miradores. Pero el comercio en Cádiz no era sólo el transporte de mercancías, sino también de comunicación e intercambio de conocimientos y de ideas entre culturas. Esto favorecía una mentalidad mucho más liberal, y un carácter abierto, ilustrado y cosmopolita que caracterizaba a los habitantes de la ciudad. En este momento de auge cultural y económico, se construye la Santa Cueva, impulsada y promovida por el sacerdote José Sáenz de Santamaría, Marqués de Valde-Íñigo. Es él quién quiso que la predicación de las 7 últimas palabras de Cristo cada Viernes Santo estuviera acompañada de una música acorde a este magnífico lugar. Para ello, en 1783, se pone en contacto con el compositor austríaco, Franz Joseph Haydn quién aceptó el reto. Para el músico no fue fácil, pero consiguió escribir una pieza que casaba a la perfección con lo que se le había pedido. Desde entonces, «Las Siete Palabras» de Haydn, suenan en la Santa Cueva cada Viernes Santo.