Vaya donde vaya, y hable con quien hable, siempre digo que me enorgullece vivir en un pais libre y en un estado democrático. Pero esta mañana, el día de la huelga general, me ha parecido como si se me hubiera perdido un poco la libertad. Esa libertad por la que tanto lucharon nuestros padres y nuestros abuelos. Esa libertad tan importante para poder vivir en paz. Esa libertad con derechos que todos tenemos pero que, a veces, algunos olvidan : derecho a expresarnos, derecho a ir a la huelga, aunque a veces este derecho se ha convertido casi en una obligación.
Esta mañana he visto personas entrando a trabajar en sus centros de trabajo, y a otras manifestando su forma de pensar y sus ideales. Y me he sentido orgullosa de vivir en una ciudad donde pueden convivir dos ideologías diferentes, respetándose las unas a las otras y conviviendo en paz. He visto personas en sus oficinas y comercios, con la puerta cerrada, para que nadie se diera cuenta de que estaban trabajando. Personas con miedo a manifestar libremente su postura. Y personas amenazando a trabajadores, coaccionándoles e impidiéndoles entrar en sus centros de trabajo y limitando así su libertad y sus derechos. Personas rompiendo mobiliario urbano (que no se nos olvide: mobiliario que es de todos) y tirando bidones de basura al suelo, llenando las calles de nuestra cuidad de bolsas y desperdicios, que alguien mañana tendrá que limpiar.
Y he pensado… ¿quién se responsabilizará de todos estos desperfectos y acciones? ¿han sido necesarias? ¿el fin justifica los medios? ¿dónde está hoy la libertad? ¿se nos ha perdido o nos la han quitado y no nos hemos dado cuenta? ¿dónde está la libertad cuando se nos obliga a hacer algo? Cuando no podemos ejercer nuestro derecho a elegir libremente. En otros paises, a algunas mujeres se les obliga a casarse por conveniencia, es un matrimonio; pero eso no es amor. Ahí no hay libertad, solo obligación y todos criticamos esta conducta. Si hoy me impiden ir a mi centro de trabajo a ejercer mi legítimo derecho a trabajar, eso no es ir a la huelga con el firme convencimiento de estar luchando por mis ideales, eso es obligarme a hacer algo con lo que no estoy de acuerdo. Y eso, bajo mi punto de vista, no es libertad.
El 29 de septiembre me ha parecido haber perdido un poco la libertad, pero me voy a la cama con la clara convicción de que mañana volveré a encontrarla. Porque en pleno siglo XXI, algo tan preciado y tan necesario no se puede perder. Y estoy convencida de que, entre todos, conseguiremos que, aunque a veces se pierda, siempre vuelva.
Belén González Dorao.
Cádiz, 29/9/10. Día de la Huelga General.