Con motivo del Día Internacional del Medioambiente, celebrado ayer, nos vienen a la cabeza muchas formas de ser sostenible y de llevar una vida más respetuosa con nuestro entorno. Esto, no sólo comprende el reciclaje, cambiar los hábitos de compra o intentar acercarnos lo máximo posible a un estilo Zero Waste -ya sabéis, esa rama del ecologismo que trata de generar el mínimo residuo posible-, sino que va más allá y es aplicable a cualquier ámbito de nuestra forma de estar en el mundo.
Es por esto, que, desde Torre Tavira, hoy, queremos invitaros a pensar en la manera en la que viajamos o, al menos, en la que viajábamos, antes de que nos pasara -como se dice ahora- «todo esto del covid», que nos ha obligado a vivir parados durante mucho tiempo. En los primeros meses de confinamiento vimos un poco cómo la vida volvía a su curso y la naturaleza recuperaba su espacio, lo que nos podría dar a entender, que, quizá tengamos que reconducir los hábitos que hasta ahora conocíamos.
Hasta el año 2019 el ritmo de vida y de viajar era muy acelerado, buscábamos estar en cuantos más sitios mejor, ¿pero es esto lo ideal? Es verdad, que la acumulación de experiencias es algo que a todos nos gusta, pero, en estos momentos donde el planeta necesita nuestra ayuda es necesario reducir la frecuencia. Para ello nacen movimientos como el slow tourism, un movimiento que apuesta por viajar menos y a plena conciencia, disfrutando al máximo el entorno en el que nos encontramos, y, además, mimetizándonos con lo local.
Entre las ventajas de este tipo de turismo desacelerado, encontramos, las siguientes:
-Se realiza un turismo, sobretodo, cultural, que está disponible todo el año, y puede traducirse en una desestacionalización de la demanda, es decir, la ciudad no está sobrecargada en ciertos momentos del año.
-Se entienden mejor las costumbres del sitio y la idiosincrasia, lo que nos ayuda a proteger la cultura de la ciudad que visitemos evitando así la aculturación del lugar y siendo nosotros los que nos adaptemos a ella y no ella a nosotros.
-Se consume en sitios locales, ayudando así a la economía del sitio y al consumo de kilómetro 0 y además tejiendo, así, una red de mantenimiento del trabajo de las personas.
En resumen, podríamos decir que todo ello, repercute en el entorno por la reducción en transporte, consumo de km0 y protección de la idiosincrasia y la cultura de la ciudad que estemos visitando.
Para finalizar, diremos que, un buen sitio para empezar a realizar turismo lento y sostenible es, sin duda, la provincia de Cádiz, ya que es un sitio que tiene de todo: cultura, gastronomía y buenas costumbres. ¡Os invitamos a empezar por nuestra Torre!
¿Os animáis?